Centro de Estudios de la Academia de Guerra

La cuarta visita de Estado que recibió el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en su segundo mandato, ha sido la del primer ministro de la India, Narendra Modi [1]. La prioridad que la Casa Blanca concede a la India no es casualidad: refleja cuán importante es la fuerte alianza estratégica que mantienen ambos países en múltiples ámbitos, especialmente en intercambio comercial y en defensa. Si bien Estados Unidos tiene potentes amigos en Asia, como Japón y Corea del Sur, India representa una garantía de influencia geopolítica no sólo en el continente asiático, sino en todo el hemisferio oriental.

[1] Los otros tres gobernantes precedentes fueron los primeros ministros de Israel, Japón y el rey Abdullah de Jordania. 

Desde la perspectiva geopolítica tradicional, India tiene valiosas credenciales que ofrecer: territorio, ubicación geográfica, población y un Estado fuerte. Es el séptimo país más extenso del mundo (China es el tercero y Estados Unidos, el cuarto), con una superficie es de 3.287.263 km2, con una franca proyección marítima hacia el océano Índico. Su posición privilegiada en el mapamundi, en el corazón del Asia, le otorgan una cercanía relativa tanto de Medio Oriente (como Irán, Afganistán y al país limítrofe Pakistán), como de varios países de la órbita soviética (Kazajstán, Uzbekistán), de países del Pacífico Sur y de su vecino China, a través de las cumbres del Himalaya. Asimismo, es hoy el país más poblado del mundo, con 1.400 millones de habitantes.

Figura 1 Mapa de India, países limítrofes y cercanos. Destacan China, Pakistán e Irán. Nota: Imagen de archivo

A partir de su independencia del Reino Unido en 1947, India es un estado soberano y moderno, considerado la mayor democracia del planeta. Su forma republicana de gobierno es federal, compuesto por 28 estados y 8 territorios, con un sistema parlamentario inspirado en el sistema británico. Su primer ministro Narendra Modi, quien lleva once años en el cargo, es uno de los referentes políticos más destacados a nivel mundial y líder del partido más numeroso del mundo, el Bharatiya Janata Party, que tiene más de 170 millones de miembros. Posee una de las culturas más antiguas y ricas, donde conviven más de veinte idiomas, cientos de dialectos y una amplia diversidad religiosa y étnica. Pese a que, siguiendo diversos índices, el nivel de vida de su población se encuentra entre los más bajos del orbe, es hoy la quinta mayor economía mundial según volumen del PIB (World Economic Forum, 2020).

Si se considera a la India en el contexto global, describe una trayectoria ascendente hace treinta años, gracias a la liberalización económica y la apertura al mercado internacional impulsadas durante los años 1990, y a su transformación en polo de servicios tecnológicos desde la década del 2000. Podría decirse que ha desarrollado una geopolítica defensiva, basada en una identidad cimentada en el pacifismo, la integración internacional y la autonomía en la toma de decisiones. La geopolítica defensiva es reconocible por la clara prioridad que ha otorgado a sus relaciones internacionales y la integración regional. Actualmente, forma parte de la ONU, del G-20 y del Commonwealth de Naciones, y también es uno de los creadores del foro de países emergentes BRICS (sigla que designa a los fundadores Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Respecto de la seguridad y la defensa, destaca su membresía en el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quadrilateral Security Dialogue, QUAD), junto a Australia, Japón y Estados Unidos. En Asia, cuida con dedicación sus relaciones a través de la política “Actuar hacia el Este” (Foreign Policy, 2023), y como integrante activo de la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional (South Asian Association for Regional Cooperation, SAARC).

La geopolítica defensiva, al igual que el caso chino, entra en una permanente paradoja con su indomable fuerza en el escenario económico mundial, donde ambos actúan a la vanguardia. No obstante, India ha sabido conservar su carácter. Cabe recordar el fundamento no beligerante de su proceso de independencia, liderado por Mahatma Gandhi, y que en 1961 fue fundador del Movimiento de los Países No Alineados (MPNA). Como uno de los nueve países con arsenal nuclear en el planeta, ostenta una activa política de defensa [2], pero su sobresaliente poder disuasivo tiene una inspiración pacífica y de acción no preventiva.

[2] Si bien no tiene un Libro Blanco o estrategia en defensa publicada.

Un gigante en Defensa

Las Fuerzas Armadas de la India (IAF) ocupan el cuarto lugar a nivel mundial, después de Estados Unidos, China y Rusia, en el Ranking de Poderío Militar del índice Global Firepower 2025 (Global Firepower, 2025), mientras que según el International Institute for Strategic Studies ocupa el sexto lugar en gasto militar anual, bajando algunos puestos desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana (SIPRI, 2023) debido al rearme europeo en los últimos años (IISS, 2025).

En tanto, es el segundo país de mayor contingente militar en servicio activo permanente del planeta, con 1 millón 475 mil soldados divididos en las ramas de Ejército, Armada y Fuerza Aérea (IISS, 2025). Su programa nuclear civil y militar, que data de 1948, contempla reactores en plena función, actividades de extracción, procesamiento y enriquecimiento de uranio, producción de agua pesada, además de la investigación aplicada. La autoridad responsable del mando y control de este programa es la Autoridad de Mando Nuclear (NCA) de la India, de prominencia civil, integrada por un consejo político presidido por el Primer Ministro. La Doctrina Nuclear india (2003) se sustenta sobre tres pilares fundamentales: el principio “No First Use” (NFU), es decir, el compromiso de nunca emplear armas nucleares de forma preventiva; el concepto de “disuasión mínima creíble”, esto es, garantizar un arsenal nuclear susceptible de ser activado; y la no proliferación, manteniendo un autocontrol estricto.

Su armamento convencional proviene de tres fuentes principales: 1) el de origen soviético, herencia de una larga alianza estratégica con Rusia surgida durante la Guerra Fría; 2) el de procedencia estadounidense, que poco a poco comienza a superar al ruso en cantidad; y 3) las de factura nacional, que representan la mayor proporción, impulsadas por políticas de fomento a la industria local. Uno de los principales programas del primer ministro de la India, Narendra Modi, es “Make in India” (मेकइनइंडिया en hindi), que busca motivar a empresas de todo el mundo para desarrollar, fabricar y ensamblar productos en la India (Government of India, s.f.). En el sector defensa, el mayor entusiasmo en “Make in India” brota de inversionistas rusos, mediante acuerdos y joint ventures para la fabricación de fragatas, helicópteros, misiles de crucero, incluyendo la transferencia de tecnología para la generación de componentes esenciales, como los del avión de combate ruso Sukhoi, de participación clave en la guerra ruso-ucraniana.

Estas iniciativas se han combinado con otras medidas nacionalistas y una continua modernización del Ejército indio. Por ejemplo, el primer ministro Modi dispuso la reserva de 26 artículos militares que las fuerzas armadas solo podrán adquirir de empresas nacionales (The Times of India, 2020), y el Ejército anunció en 2018 un ambicioso proyecto a diez años plazo, en el marco de “Make in India”, consistente en un inventario de municiones para tanques, cohetes, sistemas de defensa antiaérea, entre otras capacidades, confeccionadas por empresas locales, con la meta de surtir con producción propia en una conflagración armada durante un mes. 

Un gran paso modernizador de las IAF ha sido la reorganización de la estructura de mando militar de la India en 2020. La reestructuración incluyó la incorporación del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (CDS) como la principal autoridad militar y el cargo de mayor rango en las Fuerzas Armadas de la India. El CDS es el responsable de la integración de las tres ramas en la defensa y es un asesor estratégico militar nuclear. Asimismo, el gobierno de Modi creó un nuevo Departamento de Asuntos Militares (DMA) dentro del Ministerio de Defensa, donde miembros en servicio activo han logrado adquirir mayor influencia en la toma de decisiones gubernamentales (The Economist, 2023).

El gran símbolo de la estrategia india en defensa es el caza autóctono del país, el HAL Tejas, desarrollado por la Agencia de Desarrollo Aeronáutico de la India –perteneciente al Ministerio de Defensa– y construido en territorio nacional por la empresa pública Hindustan Aeronautics Limited. El HAL Tejas –que en sánscrito significa “radiante”– es un avión de combate ligero supersónico de cuarta generación, que ha tenido múltiples variantes desde su primer vuelo en operaciones el año 2001. La versión más actual, el MK1, está diseñado para funciones de defensa aérea, operaciones contra fuerza aérea y apoyo aéreo estrecho.

Figura 2 El primer ministro de la India, Narendra Modi, en la cabina del avión LCA Tejas Mk1A, en noviembre de 2023, en una ceremonia de envío de tropas a Cachemira. Fuente: X

Si bien el lazo militar más fuerte de India es Rusia, el Tejas está basado en tecnología electrónica de Estados Unidos, Reino Unido e Israel. La aeronave sólo está presente en la Fuerza Aérea y la Marina de la India, preparada para convertirse en “la columna vertebral” de las IAF (The Times of India, 2018). Junto al HAL Tejas, también destaca el tanque indio Arjun, en sus diferentes versiones, y la pujante producción de drones y de “mulas robóticas”, verdaderos animales de factura nacional, orientados al traslado de material de guerra a las alturas del Himalaya, que intentan reemplazar a las más de 10 mil mulas vivas con que cuentan las IAF actualmente en esta labor (The Hindu, 2024).

Figura 3 Durante los últimos cinco años el Ejército indio ha incorporado un centenar de “mulas robóticas” de factura nacional, capaces de trasladar hasta 15 kilos, subir colinas empinadas y operar en las temperaturas extremas del Himalaya. Fuente: Dinakar Peri, The Hindu.com

India actualmente mantiene conflictos con Pakistán y China, que involucran la soberanía de Jammu y Cachemira, zona de mayoría musulmana en el Himalaya. Históricamente, la mayor tensión se ha desarrollado entre India y Pakistán, desatándose las guerras de 1947, 1965 y 1999, aunque se enfrentó a China en la Guerra Sino-India de 1962. Como puede ser estudiado por medio de anteriores Observatorios de Conflicto del CEEAG, el asunto de Cachemira se ha mantenido sin resolver. Este hecho ha permitido la proliferación de movimientos armados anti India –presuntamente apoyados por Pakistán, actor nuclear en la región– que han generado graves enfrentamientos, como los registrados en 2019, cuando Islamabad derribó dos cazabombarderos indios (BBC, 2019).

Sin embargo, India está experimentando un cambio de enfoque hacia China desde junio de 2020, cuando, tras años de crecientes tensiones, tropas de ambas naciones chocaron en Cachemira, específicamente en el valle de Galwan, en la zona del Ladakh. El incidente produjo el redireccionamiento de los esfuerzos defensivos a los estados fronterizos con China, procurando cubrir 800 kilómetros de la línea de frente. En octubre de 2024, ambas partes llegaron a un acuerdo de paz para el retiro de las tropas en el Ladakh, y reiniciar los patrullajes en el Himalaya en sendos lados fronterizos, según un cronograma acordado (Al Jazeera, 2024). Para algunos expertos, la distensión entre India y China es el acontecimiento geopolítico más significativo en Asia del último tiempo, por cuanto “India se retira de la tensión de guerra fría entre Washington y Pekín” (Singh, 2020).

El incidente de Galwan planteó la pregunta de si India puede defenderse por sí misma de China, manteniendo su independencia estratégica. En otras palabras, ¿cuánto puede seguir ascendiendo el gigante del Indostán sin requerir una alianza más robusta con Occidente? En el ámbito de la defensa, los acuerdos de colaboración militar con Estados Unidos se han ido incrementando durante la última década, con la firma del Acuerdo Básico de Intercambio y Cooperación Geoespacial (BECA) en 2020, como uno de los hitos principales (Voz de América, 2020), cuyo núcleo es el acceso para ambos ejércitos a tecnología militar de vanguardia, datos geoespaciales de máxima precisión para uso de drones y misiles, e información satelital clasificada en el campo de la defensa; además, incluye el intercambio de oficiales de enlace de Marina en centros militares de información

estratégica [4]. De hecho, uno de los temas tratados en la reunión mencionada de febrero es el alza en las compras de armamento estadounidense, especialmente la adquisición de aviones F-35. Sin embargo, igual como ha sucedido con el F-16, Washington tendrá que superar diversos obstáculos en esta meta, a saber, diversas trabas burocráticas de la administración india, altos costos de mantenimiento de las aeronaves americanas y la priorización del marco comercial “Make in India”, que favorece a capacidades nacionales, como es el caso del caza Tejas.

[4] Se refiere al Comando Central de las Fuerzas Navales de los Estados Unidos (NAVCENT) en Bahréin, y el Centro de Fusión de Información del Océano Índico (IFC-IOR).

Aún más, otra gran pregunta es: ¿cuánto presionará Estados Unidos para sacar a este aliado de su autonomía, con el fin de que le entregue mayores seguridades geopolíticas en Asia? Dada la versatilidad de sus relaciones internacionales, India es capaz de ser un aliado estratégico tanto de Estados Unidos como de la propia China (en el marco del BRICS) y de Rusia, al mismo tiempo. La alianza militar con el Kremlin, por ejemplo, se encuentra en plena vigencia, al punto de que, casi en paralelo con la visita de Modi a la Casa Blanca, el ministro de Defensa indio, Rajnath Singh, viajó a Kaliningrado (Infobae, 2025) para recibir el primero de los dos buques de guerra de la línea INS Tushil, fabricados en astilleros rusos, que se suman a las seis fragatas de la serie Krivak III ya en servicio en la Marina de la India (India News Network, 2024).

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