El conflicto entre India y Pakistán ha sido una constante desde 1947, a raíz de la partición de la India británica y se ha convertido en uno de los puntos militarizados de dicha región, manteniéndose cierto equilibrio geoestratégico que ha impedido la escalada del conflicto. Sin embargo, el martes 22 de abril la tensión aumentó considerablemente, a raíz de un ataque letal ocurrido en la localidad de Pahalgam, en la Cachemira india, dejando a 26 fallecidos (25 indios y 1 nepalí), luego de que 3 hombres armados abrieran fuego. Según testigos los perpetradores acusaron a las víctimas de que sus familiares apoyaban al gobierno de primer ministro Modi antes de matarlos (Mogul, Iyer, & Saifi, 2025). Este incidente ha sido el más grave de este tipo en la India desde el tiroteo ocurrido en Mumbai en 2008, donde fallecieron 166 personas (Caro, 2025).
En un comienzo el gobierno indio atribuyó el ataque a Pakistán y lo relacionó con los problemas fronterizos de larga data, aunque Pakistán negó toda responsabilidad. No obstante, con el paso del tiempo el grupo insurgente Frente de la Resistencia (en sus siglas en inglés TRF), vinculado con el grupo islamista pakistaní Lashkar-e-Taiba (en sus siglas LeT), reivindicó la autoría del atentado. Este análisis aborda el conflicto desde la perspectiva de los instrumentos del poder nacional – DIME (Diplomacia, Información, Militar y Economía), lo cual permite evaluar las acciones y reacciones de ambos Estados.

Figura N°1 Mapa de la disputada Cachemira. Nota: France 24 (2025).
Análisis desde los instrumentos del poder nacional
El siguiente análisis que se desarrolla a continuación, contempla algunas dimensiones derivadas de los instrumentos desde el poder nacional (Diplomacia, Información, Militar y Economía), cubriendo algunas principales perspectivas de cada uno de ellos, sin significar que existan otras derivadas posibles de revisar.
Desde el elemento de la diplomacia, se puede mencionar que tras el ataque señalado, el gobierno indio comenzó a implementar medidas diplomáticas severas, tales como la suspensión del Tratado de Aguas del Indo de 1960[1], revocó las visas a los ciudadanos pakistaníes, cerró el cruce fronterizo de Attari-Wagah y expulsó al cuerpo diplomático pakistaní. Por su parte, Pakistán respondió cerrando su espacio aéreo a vuelos indios o aerolíneas operadas por India, igualmente suspendió las visas a ciudadanos indios a partir del 27 de abril, expulsó al cuerpo diplomático indio y suspendió el Acuerdo de Simla de 1972[2] (France 24, 2025; Janjua, 2025).
Respecto del elemento de la Información, India desde el martes 22 ha acusado a Pakistán de apoyar a grupos terroristas como el TRF y Let. Su contraparte no ha tardado en responder y negar dichas acusaciones, además, ha señalado que el atentado es una operación de bandera falsa y fundamentando que los grupos insurgentes en Cachemira son internos. Hasta hoy, ambos gobiernos han utilizado los medios de comunicación para implantar una narrativa que justifique y legitime sus acciones ante la comunidad internacional. Por tanto, se aprecia que dentro del contexto de esta crisis, la información juega un rol clave en la guerra de narrativas que se lleva a cabo.
[1] El Tratado de Aguas del Indo es un tratado de distribución de agua entre India y Pakistán, para utilizar el agua del río Indo y sus afluentes. Este proceso fue mediado por el Banco Mundial y suscritos por India y Pakistán en septiembre de 1960 (Singh & Shahid, 2025).
[2] El Acuerdo de Simla es un tratado de paz firmado por India y Pakistán en 1972, este buscaba normalizar las relaciones y resolver las disputas relacionadas con la región de Cachemira.

Figura N°2 Mapa del Tratado de Aguas del Indo. Nota: Asignación de ríos entre India (línea verde) y Pakistán (línea roja).
Desde el elemento militar, India aumentó su presencia de fuerzas en la región de Cachemira y autorizó operaciones antiterroristas con el uso de helicópteros HAL Dhruv. Por su parte, Pakistán capturó a un soldado indio que cruzó “accidentalmente” la frontera. Si bien, no hay enfrentamientos directos hasta el momento, la situación militar es tensa y podría escalar rápidamente con la incursión por parte de alguno de los actores estatales ahí presentes o de los grupos insurgentes involucrados.
Respecto al elemento económico, con la suspensión del Tratado de Aguas del Indo, por parte del gobierno indio (lo cual es considerado como un acto de guerra por su contraparte), el principal perjudicado es la agricultura pakistaní, dada la dependencia del recurso hídrico, ya que el 20% del PIB de dicho Estado proviene desde este sector productivo y es el que, a su vez, concentra el 40% de la mano de obra del país (Pinzón, 2025). La interrupción de todo acuerdo bilateral y el cierre del espacio aéreo también repercuten en este poder nacional, especialmente en el lado pakistaní, debido a los diversos desafíos internos a los que debe hacer frente.
Conclusiones
Si bien, el conflicto ha estado presente en la zona de la Cachemira desde hace ya varias décadas, la escalada de este podría recrudecer entre India y Pakistán a raíz del atentado en Pahalgam, con la adopción de acciones en una maniobra de crisis contrapuesta, lo cual ha incrementado las tensiones en una región de alta volatilidad.
Las medidas adoptadas por los gobiernos intervinientes en los ámbitos diplomáticos, de la información, militar y económico reflejan la escalada significativa que ha experimentado este conflicto latente desde el martes 22 de abril recién pasado, lo que podría arrastrar a consecuencias aún poco claras, que podrían finalizar en un enfrentamiento directo entre ambas potencias nucleares en un corto o mediano plazo.
Por lo tanto, se estima que el rol que podría adoptar la comunidad internacional en este momento es el de intentar mediar entre ambos actores y así evitar una confrontación directa entre India y Pakistán. Sin embargo, es necesario observar el comportamiento de los grandes poderes del orbe (principalmente de Estados Unidos y China, junto con sus respectivos aliados) para visualizar de qué forma se van a comportar en el contexto de la lucha que mantienen por la hegemonía mundial.
Cabe destacar que Naciones Unidas está presente en la región desde el 24 de enero de 1949, con el Grupo de Observadores Militares en India y Pakistán (UNMOGIP), quienes supervisan el alto al fuego en la línea de control entre ambos actores en el estado de Jammu y Cachemira. Actualmente, Chile es una de las participaciones más longevas en esta misión (desde 1949) y contribuye con 2 observadores, quienes son relevados cada 12 meses (ONU, 2025). Por tanto, se debe poner especial atención acerca de cuál será el rol de esta organización internacional en el conflicto, en momentos en que la estructura liberal de las relaciones internacionales se encuentra desafiada por la pugna de los super poderes que transitan por sus propios intereses nacionales bajo el amparo de un modelo netamente realista.